PERFIL BIOGRÁFICO DE EDUARDO BARRIOBERO

Una de las figuras masónicas relacionadas con Asturias fue Eduardo Barriobero, en otro post veremos cual su vinculación, Ahora como se están publicando diversos trabajos sobre su figura , nos interesa traerle hasta este Blog, para recuperar su figura


La trayectoria vital de Eduardo Barriobero constituye por sí misma un ejemplo de los vínculos de cooperación entre anarquistas y republicanos durante el primer tercio del siglo XX. Acerca de su figura existen recientes estudios biográficos, a los que debe remitir obligatoriamente el siguiente resumen[6].

Eduardo Barriobero y Herrán nació en Torrecilla de Cameros en 1875, hizo estudios de bachillerato como alumno libre en el Instituto Provincial de Logroño y se licenció en Derecho en Zaragoza, lugar donde ingresó en el Partido Federal. Iniciado en el periodismo en los diarios de tendencia republicana de La Rioja[7], colaboró pronto en los de ámbito nacional[8], trasladándose a Madrid a finales de siglo. Aunque en adelante fijó su residencia en la capital, donde desarrolló la mayor parte de su actividad pública, nunca perdió los vínculos afectivos y políticos con su tierra de origen[9].

En lo que respecta a la militancia política, Barriobero se mantuvo siempre dentro del republicanismo de izquierda, aunque manteniendo una postura independiente. Así, durante la Restauración se vinculó a distintas plataformas de conjunción republicana, llegando a abandonar en ocasiones la disciplina del Partido Federal.

A su llegada a Madrid ingresó en Acción Democrática[10], agrupación cívica ligada a la corriente "germinalista" de Ernesto Bark, quien pretendía la unión en un mismo frente de todos los republicanos, junto con los socialistas y anarquistas, para instaurar un auténtico régimen democrático[11]. En 1903 se adhirió a la Unión Republicana impulsada por Salmerón, al servicio de la cuál publicó su libro Lo que debe saber todo buen republicano[12], y, aún dentro del germinalismo de Bark, reemprendió como director la edición del diario Germinal, siguiendo una línea pro federal, aunque con la misma vocación de hacer frente común con los anarquistas[13].

En 1910 formó parte del grupo de federales partidarios de la unidad de acción con el Partido Radical, en cuya candidatura concurrió ese año a las elecciones a Cortes[14]. Es de destacar que dentro de su actividad en favor de esta formación, Barriobero participó en Logroño, el 9 de enero, junto al propio Lerroux y a Hermenegildo Giner de los Ríos, en el mitin de propaganda a raíz del cuál se organizó en La Rioja el Partido Republicano Radical[15]. En 1914 obtuvo acta de diputado, por la circunscripción de Madrid, como candidato federal en la conjunción republicano-socialista. No obstante, su regreso al Parlamento en 1918, como diputado por la circunscripción de Valverde del Camino, lo hizo como republicano independiente, apoyado por los trabajadores de las minas de Río Tinto, en cuya defensa había intervenido en un reciente proceso, y ya no se reincorporaría oficialmente al Partido Federal hasta 1930. Revalidada la representación por Valverde en 1919, participó desde su cargo durante esta legislatura en algunas iniciativas de concordia entre republicanos impulsadas por el Partido Radical, como la Federación Republicana o el Congreso de la Democracia Republicana, celebrado en Madrid en noviembre de 1920[16]. En estos últimos años, de finales de 1918 a principios de 1920, la recuperada inmunidad parlamentaria permitió a Barriobero hacerse responsable, como director, de varias publicaciones republicanas, amparando de este modo a la plantilla de periodistas: El Parlamentario, de Madrid, República, de Sevilla, La Federación, de Gijón, y República, editado por la Federación Republicana de Orense[17].

Durante la Dictadura de Primo de Rivera Barriobero estuvo implicado en las principales conspiraciones cívico-militares para derrocar el régimen: la "Sanjuanada", fracasada en 1926, en la que sirvió de enlace con el Comité Nacional de la CNT, entonces residente en Gijón, y la promovida por Sánchez Guerra, abortada en enero de 1929[18]. Al parecer, también participó en una conspiración organizada en paralelo a la Sanjuanada por elementos anarquistas, destinada a implantar la República Federal, en cuyo Gobierno se le reservaba el cargo de Ministro de Justicia[19]. Debido a esta actividad opositora resultó varias veces detenido y encarcelado.

Reincorporado en marzo al Partido Republicano Democrático Federal, salió elegido Presidente de esta agrupación en agosto de 1930. A partir de este momento Barriobero imprimirá al PRDF una orientación obrerista, dirigida a la búsqueda del voto libertario, y maximalista en lo referente al cumplimiento del Programa pimargalliano de 1894, pasando a liderar, hasta la Guerra Civil, a un importante sector del federalismo español identificado con esta postura. Ya bajo la Segunda República, la XII Asamblea Federal de mayo de 1931 le confirmó en su cargo, en el marco de una creciente disensión ante la línea imprimida al partido por el riojano, que había colocado al PRDF al margen de cualquier entendimiento con los restantes grupos republicanos. Esta división entre los que Millares Cantero denomina barrioberistas o neointransigentes, partidarios de Eduardo Barriobero, y los franchystas o neobenévolos, el sector moderado del partido, favorables a la concordia con otras fuerzas republicanas de izquierda y contrarios a la postura procenetista de aquéllos, acabó por producir la escisión del PRDF. La separación se consumó en febrero de 1932 con la formación de otro Partido Federal de ámbito nacional, bajo la presidencia de José Franchy Roca (de ahí el apelativo de franchystas para referirse a esta corriente), pero ya se había traducido en 1931 en la dispersión de los diputados federales en dos grupos parlamentarios diferentes[20].

Eduardo Barriobero resultó elegido diputado a Cortes Constituyentes por Oviedo en las elecciones de junio de 1931[21]. Durante casi toda su gestión parlamentaria se encontró en la oposición, como los demás representantes neointransigentes del PRDF oficial, convergiendo en esta labor con otros diputados de extrema izquierda: Antonio Jiménez, José Antonio Balbontín, Ramón Franco, Salvador Sediles, Ángel Samblancat, Rodrigo Soriano. Junto a éstos acabó constituyendo la Alianza de Izquierdas, en enero de 1932, y animó distintas plataformas de propaganda y acción ligadas al republicanismo burgués más radical y crítico con el Gobierno: el semanario anticlerical Fray Lazo, del que Barriobero fue una de sus principales plumas, la IRA (Izquierda Republicana Anticlerical), el diario La Tierra y el proyecto editorial La Novela Proletaria, estas dos últimas publicaciones que también contaron con anarcosindicalistas entre sus colaboradores[22].

Los dos bloques del federalismo acordaron reunificarse en una nueva Asamblea Nacional, celebrada en abril de 1933, momento en que Barriobero resignó sus poderes, que pasaron a una nueva Directiva. Durante esta etapa de concordia se produjo la polémica colaboración de los federales con el Gobierno de Azaña, muy controvertida entre las bases del partido y frente a la cuál Barriobero se mostró crítico desde el primer momento, desvinculándose muy pronto de la misma[23]. La unificación del federalismo resultó endeble y pasajera, volviendo a disgregarse las tendencias enfrentadas tras la Asamblea Nacional de octubre de1933.

En abril de 1935 Barriobero volvió a ascender a la presidencia del PRDF, desde la cuál firmó, tres meses más tarde, un pacto de acción conjunta con el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña. No obstante, este acuerdo quedó roto al formarse el Frente Popular, en el que la formación libertaria consiguió ingresar mientras se excluía a los federales, por indicación expresa de Azaña, de las candidaturas conjuncionistas[24]. Durante la Guerra Civil seguiría ostentando el liderazgo de buena parte de las bases federales, resultando elegido, en marzo de 1937, para integrar una Junta Nacional de Unificación Federal, destinada a superar la división interna, aunque el encarcelamiento que sufrió poco después le impidió participar en dicha tarea.

Junto a la actuación de Barriobero como dirigente republicano, la otra faceta destacada de su biografía la constituye una constante actividad en defensa de los derechos de las organizaciones obreras, y del anarcosindicalismo en particular. Iniciada su carrera jurídica en 1907, se especializó muy pronto como criminalista en procesos político-sociales, de los que destacan el proceso por los sucesos de Cullera (septiembre de 1911), que habían repercutido en la ilegalización de la CNT al año siguiente de su fundación, y la defensa de anarquistas desarrollada en Barcelona a principios de los años 20, durante el periodo álgido del pistolerismo, intervención que, de acuerdo con el testimonio del abogado, le valió tres tentativas de asesinato a cargo de elementos del Sindicato Libre[25].

Barriobero relató en folletos los pormenores de algunos de las causas más célebres de las que se ocupó, cuya publicación constituyó una forma de denunciar públicamente el maltrato a que se sometía a los detenidos, las irregularidades judiciales cometidas en su procesamiento y la dureza de las penas solicitadas para los inculpados, erigiéndose estas obras en alegatos contra la represión[26].

Esta labor jurídica y propagandística se completó con campañas dirigidas a la opinión pública para denunciar la persecución policial contra el movimiento libertario y las arbitrariedades judiciales y para solicitar medidas de gracia o amnistías. A finales de 1913, Barriobero tomó parte en la fundación de la Liga Española para la Defensa de los Derechos del Hombre, siendo elegido miembro del primer Comité Nacional de esta organización[27].

Así mismo, llevó las reivindicaciones garantistas al Parlamento destacando sus intervenciones respecto a los sucesos de Cenicero de 1915 y la huelga general de agosto de 1917, y las varias dedicadas a la promulgación de un indulto general en las legislaturas de 1918 y 1919[28]. Este último año utilizó su condición de aforado para amparar un delito de imprenta cometido por la CNT durante el conocido como Congreso de la Comedia, celebrado en Madrid por esta organización[29].v

Las intervenciones de Barriobero como abogado de anarcosindicalistas y activista por los derechos civiles le llevaron a colaborar estrechamente con la CNT, en la que ingresó en la temprana fecha de 1912[30]. Al proclamarse la Segunda República Barriobero ya había intervenido en unos 500 procesos a anarcosindicalistas, por lo que era considerado por la CNT uno de sus principales abogados[31], y bajo el nuevo régimen siguió acudiendo en multitud de ocasiones a los tribunales para defender a los anarquistas; a principios de 1933, según sus declaraciones, tenía a su cargo "unos doscientos procesos de la Confederación Nacional del Trabajo"[32].

Entre otras causas, intervino en las seguidas en La Rioja y Aragón por la insurrección libertaria de diciembre de 1933[33] y en Asturias por la revolución de octubre de 1934, participando como letrado en el consejo de guerra por los sucesos de Turón, en el que se solicitaban cuarenta penas de muerte. Como parte de este trabajo a favor del amparo de los derechos de las organizaciones obreras, ejerció como abogado del Socorro Rojo Internacional[34]. Su prolongado compromiso como defensor de la CNT, durante más de 25 años, hizo gozar a Barriobero de gran popularidad entre los anarcosindicalistas y del aprecio de figuras destacadas del movimiento libertario[35].

Al igual que durante la Restauración, bajo la Segunda República Barriobero complementó la acción en los tribunales con la parlamentaria y propagandística, centrando estas últimas en el objetivo de lograr el respeto a la libertad de asociación y de propaganda del movimiento libertario y el cese de la represión gubernamental ejercida sobre el mismo.

La reivindicación de los derechos societarios del proletariado anarquista conservó vigencia durante el primer bienio de la Segunda República debido a la política laboral y de orden público puesta en marcha por los sucesivos Gobiernos. En lo que respecta al orden público, el Gobierno de conjunción republicano socialista se comportó desde el principio de forma poco tolerante hacia las perturbaciones sociales, mostrándose contundente a la hora de reprimir los conflictos planteados por la CNT, pacíficos o violentos, y se dotó de amplios poderes de excepción, de entre los que destacó la Ley de Defensa de la República, que le permitió suspender publicaciones, clausurar sindicatos y detener a militantes libertarios por cauce gubernativo, al margen del sistema judicial.

Desde el Ministerio de Trabajo, que permaneció casi en exclusiva en manos de Largo Caballero, Presidente de la Unión General de Trabajadores, se llevó a cabo una política de desarrollo del corporativismo obrero destinada a fortalecer a la UGT en detrimento de la CNT, que, reacia a integrarse en los órganos de mediación, quedaba marginada en las negociaciones laborales. Tales medidas suscitaron el rechazo de los anarcosindicalistas y les llevaron a una dinámica de radicalización en su enfrentamiento con el poder, de la que la estructura de la CNT salió muy debilitada y en el curso de la cual acabaron en presidio muchos de sus afiliados[36].

Ante esta situación Barriobero consagraró la mayor parte de sus intervenciones en el Congreso durante la Segunda República a garantizar los derechos y libertades, de los ciudadanos en general, y de los sindicalistas libertarios en particular[37]. De entre éstas destacan su oposición a la Ley de Defensa de la República, haciendo hincapié en que dejaba sin efecto los derechos y libertades consignados en la Constitución, "como en los tiempos de la Dictadura"[38], y la denuncia de todos los casos en los que la represión de conflictos sociales resultó notoriamente desproporcionada y violenta: los sucesos del Parque de María Luisa en Sevilla, respecto a los que afirmó que se había aplicado la ley de fugas[39], los sucesos de Arnedo, que adució como síntoma de un estado de "anormalidad completa en el ejercicio de la función de la autoridad”[40], las deportaciones de los detenidos tras la insurrección libertaria de Suria y Fígols, que denunciará como contrarias a la Constitución, pidiendo varias veces su cese[41], y, sobre todo, Casas Viejas, sucesos por los que pedirá la dimisión del Gobierno para depurar sus responsabilidades políticas, derivadas tanto por ser causante de la insurrección, al perseguir a los anarcosindicalistas, como por haber incurrido en negligencia respecto a las extralimitaciones cometidas por las autoridades[42].

El carácter central de la reivindicación de los derechos y libertades vulnerados por la práctica gubernamental se evidenció a la hora de negociar la entrada en el Gabinete Azaña de la minoría federal, coyuntura en la que Barriobero propuso, además de la derogación de la Ley de Defensa de la República y la promulgación de una amplia amnistía, puntos que contaron con una apoyo unánime entre sus compañeros, varias condiciones más, entre las cuáles se encontraban: "trato de igualdad a las organizaciones obreras", postulando un republicano para ocupar la cartera de Trabajo, "desaparición de las restantes leyes de excepción" y "abolición del fuero militar, prisiones gubernativas y persecuciones por delitos de opinión"[43].

Durante el bienio radical-cedista, en el que la represión sobre el movimiento obrero resultó más fuerte y generalizada, Barriobero, excluido de su escaño, mantuvo la defensa de las garantías para el asociacionismo proletario como punto central del programa del PRDF[44], e impulsó la formación del Comité Nacional Pro Amnistía, creado en mayo de 1935, en cuyo equipo fundacional coincidió con su antiguo correligionario José Franchy Roca[45].

Al inicio de la Guerra Civil, Barriobero fue designado por la CNT para dirigir la Oficina Jurídica de la Audiencia de Barcelona, cargo que ocupó hasta que la Generalidad disolvió este organismo en noviembre de 1936. A finales de dicho mes el cenetista Juan García Oliver, Ministro de Justicia, le escogió a su vez para desempeñar la Fiscalía General de la República, nombramiento que quedó anulado por imposición del Presidente Azaña[46].

Detenido en septiembre de 1937 por el Gobierno de la República, acusado del robo y evasión de 8 millones de pesetas durante la administración de la Oficina Jurídica, delito del que le declaró finalmente absuelto el Tribunal Supremo en noviembre de 1938, pasó encarcelado el resto de la guerra, los últimos meses, enfermo de gravedad, bajo custodia en un hospital[47]. Tras la rendición de Barcelona, el 7 de febrero de 1939, fue sometido a Consejo de Guerra sumarísimo y fusilado.

Este repaso no puede concluir sin mencionar otras dos facetas de la actividad pública de Barriobero, la de infatigable propagandista anticlerical y la de literato. Respecto a la primera, cabe reseñar su participación en el Congreso de Librepensadores, celebrado en Madrid en noviembre de 1903[48], su papel como fundador de la Liga Anticlerical Española, que impulsó, a finales de 1911, como director del semanario La Palabra Libre, y, en los inicios de la Segunda República, la ya comentada pertenencia a los grupos Fray Lazo y la IRA, y sus discursos, como diputado, en el debate constitucional acerca de la “cuestión religiosa” [49].

En cuanto a la segunda, Barriobero fue un prolífico creador literario, ligado a los círculos de la bohemia madrileña, dedicándose también a la edición a partir de los años 30
; según propia estimación, en 1931 llevaba publicados 160 libros, "entre chicos y grandes"[50].

Su actividad como escritor y editor constituyó extensión de las políticas, dando a la imprenta libros de contenido anticlerical[51], y colaborando como autor en colecciones obreras, como la ya mencionada La Novela Proletaria, o La Novela Roja, de más clara orientación libertaria, editada entre mediados de 1922 y finales de 1923, en la que dominaron temáticamente "los distintos aspectos de la cruenta represión gubernativo-patronal”[52].

En el siguiente post, daremos los datos de membresía de Barriobero a la Masonería y su vinculación con Asturias

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